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miércoles, 19 de febrero de 2014

EXTRACTO DE LA ENTREVISTA REALIZADA EL 12-2-14 PARA WIKINOMÍA

PAÍSES EMERGENTES

1.-Presentación.

Soy Alfonso Vargas, Catedrático de Universidad en el área de Organización de Empresas desde 2001. Trabajo para la Universidad de Huelva desde su creación en 1993, habiendo ejercido anteriormente en la Universidad de Sevilla. Mi área de especialización es la Dirección Estratégica y Política de la Empresa, y a los efectos del tema que nos ocupa en esta ocasión, considero procedente referenciar mi condición actual de profesor visitante en varias universidades extranjeras y el haber tenido la oportunidad de participar en conferencias y foros académicos y profesionales en numerosos países de los cinco continentes. Finalmente, destacar mi condición como Presidente del Círculo Ibérico de Economía Empresarial, desde 2005.

2.-Situación general.

Cuando hablamos de países emergentes nos estamos refiriendo a Estados en los que se dan condiciones para invertir con buenas expectativas de beneficios futuros.
Las estadísticas del Fondo Monetario Internacional permiten constatar que la primera década del siglo XXI ha sido un periodo en el que las economías emergentes y en desarrollo han crecido mucho más (82%) que las economías avanzadas (17%). Los países emergentes de todas las regiones del planeta han crecido al menos el doble que los del “primer mundo”, y esto es la primera vez que ocurre: en los noventa el crecimiento de las emergentes (46%) fue algo mayor que en las economías desarrolladas (32%), pero debido casi exclusivamente al tirón de los países asiáticos (el crecimiento de las demás regiones fue similar o inferior al de las más avanzadas); en los ochenta los niveles de crecimiento fueron muy semejantes. Por tanto, puede decirse que ha sido una década en la que se ha logrado una cierta convergencia macroeconómica, estrechar algo la enorme brecha de la desigualdad, reducir la pobreza en el “tercer mundo”.
No cabe duda que la crisis financiera desatada durante la segunda mitad de la misma ha lastrado, sobre todo, a los países ricos, por lo que habrá que aguardar a ver si este proceso de convergencia se consolida o ha sido más bien fruto de los errores cometidos por dirigentes políticos y empresariales del “primer mundo”. Sin perjuicio de ello, lo más trascendente desde una perspectiva estratégica es el ritmo de crecimiento de las inversiones en capital humano y tecnológico que está teniendo lugar en esas economías emergentes y en desarrollo (no hay más que observar cómo se están moviendo sus sistemas de educación superior), que constituyen la mejor apuesta para avanzar en productividad, competitividad y convergencia real. Saben (desde luego en China y su área de influencia) que, a largo plazo, la competitividad de sus economías no se puede sostener exclusivamente en costes salariales muy bajos, y que han de ir (están) transitando hacia producciones de mayor valor añadido.
Con todo, los desequilibrios son una amenaza latente de grandes proporciones. Las encontramos especialmente patentes en el gigante chino, con desigualdades tremendas entre las zonas urbanas en expansión y las rurales ancladas en la precariedad ancestral; con un capitalismo salvaje sin instituciones democráticas. Algunos analistas de la política internacional vaticinan que el problema más grave que encara la humanidad es el de China, con una deshumanización terrible, unida al impacto ambiental de su inusitado crecimiento industrial.
Y todo ello en el marco de una globalización económico-financiera sin instituciones políticas globales que puedan controlar con eficacia sus excesos. Así, ¿a alguien le cabe duda que el modelo actual de las Naciones Unidas, heredado de la segunda guerra mundial, está más que caduco? Pero aún no hemos sido capaces de crear otro. Ahí están, por ejemplo, los llamados países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que ejemplifican el poder de las economías emergentes y que reclaman su sitio en la arena geopolítica mundial, lo que permite aventurar un nuevo orden multilateral. Que la geoestrategia del mundo está cambiando es una evidencia.
En este contexto global, sin embargo, no debemos pasar por alto que las diferencias siguen importando, y los desequilibrios siguen siendo enormes. Pankaj Ghemawat (2007) ha denominado a esta situación “globaloney”. En su libro “Redefiniendo la Globalización” (subtitulado “La Importancia de las Diferencias en un Mundo Globalizado”), afirma que “el futuro de la globalización es más frágil de lo que pensamos”, de forma que: “Los directivos que creen en el bombo de un mundo plano lo hacen bajo su propia responsabilidad. Las fronteras nacionales todavía son muy importantes para los estrategas de negocios”.
Estas asimetrías son fuente de oportunidades para las empresas, del mismo modo que, tal y como nos enseña la física, la ruptura de la simetría entre la materia y la antimateria dio origen a la creación de algo tan asombroso como el universo.

3.-¿Cuántos tipos de países emergentes hay y en qué se diferencian?

Entre los países emergentes nos encontramos, por un lado, con un club conocido como los BRICS, inicialmente formado, en 2001, por Brasil, Rusia, India y China, al que en 2011 se sumó Sudáfrica, y, por otro, con un bloque cuya identificación ha sido recientemente acuñada como los países MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía), que ciertos analistas consideran como los nuevos gigantes económicos del futuro, las nuevas promesas de la economía mundial. A ellos me referiré con más detalle por tratarse de un bloque menos conocido.
En lo que a los BRICS se refiere,  hay un país –China– cuya superioridad económica es tan grande que no cabe igualarle con el resto.
Como dijo Ratan Tata "China es la fábrica del mundo, la India puede ser el centro del conocimiento de esta región... Si nos orientamos a trabajar juntos, podemos ser una fuerza formidable de dos naciones."
Sin perjuicio de ello gran cambio que ahora se vislumbra para China es el del “Made in China” al “Invented in China”. Las cuantiosas inversiones que el gobierno de dicho país está realizando en formación y en I+D+i son pruebas de esa nueva visión a largo plazo, como proyecto de país.
En Rusia se unen su gran riqueza de recursos naturales (petróleo, gas…) con una economía en transición desde la planificación central hacia el libre comercio, y un sistema político también en transición desde el comunismo a una democracia muy imperfecta influenciada fuertemente por grupos oligárquicos.
En cuanto a los MINT, la mayor fortaleza económica compartida por México, Indonesia, Nigeria y Turquía es que además de tener grandes poblaciones –la de Indonesia es la cuarta mayor del mundo, con casi 247 millones de habitantes–, durante los próximos 20 años registrarán un fuerte crecimiento demográfico, con incrementos anuales de su población activa por encima de los ciudadanos que no están en disposición de trabajar. Esto es la envidia de muchos países desarrollados, pero también de dos de los países BRIC: China y Rusia.
La segunda coincidencia que los hace agrupables es su ventajosa ubicación geográfica en el actual contexto cambiante del comercio mundial. México es el nexo de unión entre Estados Unidos y América Latina, mientras que Indonesia -desde el corazón del sudeste asiático- tiene también fuertes conexiones con China. Turquía opera como bisagra entre oriente y occidente. Solo Nigeria no cumpliría en la actualidad este requisito, aunque podría cumplirlo en el futuro si los países de África aparcaran sus disputas y empezaran a comerciar entre sí.
Además, desde un punto de vista cultural/religioso, cabe destacar el puente que suponen Turquía e Indonesia entre la población occidental y el mundo musulmán (Indonesia es el  país que más musulmanes tiene en el mundo).
Desde el punto de vista económico, tres de estos países (México, Indonesia y Nigeria) son productores y exportadores de materias primas (no es el caso de Turquía), a diferencia de los BRIC, donde sólo Brasil y Rusia lo son.
Existen otros factores que invitan a estos países a ilusionarse, como el bajo nivel de endeudamiento de Turquía (37%), las grandes reservas de petróleo de Nigeria (20% de todo el mundo), y el vertiginoso crecimiento que alcanzó Indonesia (en 2012 fue el segundo país de mayor crecimiento del mundo detrás de China).
En términos de riqueza México y Turquía están más o menos al mismo nivel, con un ingreso anual per cápita de unos US$10.000. Bastante más que los US$3.600 de Indonesia y US$1.400 per cápita de Nigeria, que está a la par de India; pero un tanto por detrás de Rusia (US$14.000) y Brasil (US$11.300). Siguen adelante de China, donde el ingreso per cápita es de US$6.000 por año.
Con todo, no son pocos los retos de los MINT para jugar en “la primera división” de los emergentes. Entre estos desafíos están el coste de la violencia y el narcotráfico en México, cifrado oficialmente en unos 8.800 millones de dólares anuales (el 0,75% de su PIB); la imperiosa necesidad de mejorar la visión comercial, más allá de las materias primas, y las infraestructuras de Indonesia; el crimen y la corrupción de Nigeria; o la inestabilidad político-social y la alta inflación en Turquía.
Resolver la política energética es prioridad tanto para los mexicanos como para los nigerianos para poder ejecutar este año nuevas iniciativas que permitan acelerar los ritmos de crecimiento. Para Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, los principales desafíos apuntan al liderazgo y la infraestructura, pero los desafíos y las oportunidades van juntos. En México lo están reformando todo: educación, energía, política fiscal y las propias instituciones de gobierno.
 
Crecimiento proyectado del ingreso per cápita (en miles de dólares)

2000
2012
2050
México
7,0
10,6
48
Indonesia
0,8
3,6
21
Nigeria
0,2
1,4
12,6
Turquía
4,1
10,6
48,5
Fuentes: Fondo Monetario Internacional y Goldman Sachs.
¿Podrán los MINT sumarse a las diez economías más grandes del mundo, tras EE.UU., China, los BRIC y Japón?, Quizás, aunque puede llevar 30-40 años.


4.-Casos especiales: Argentina, Venezuela...

En el caso de Argentina  sus crisis económicas son recurrentes. Aún está fresco en la memoria el conocido “corralito” y ya estamos otra vez con una crisis cambiaria. De nuevo observamos en el gobierno de ese país la clásica reacción de buscar al enemigo externo: las maniobras especulativas por parte de bancos y mercados, cuando en realidad si los propios argentinos compran dólares en masa en el mercado negro son ellos mismos los que están especulando contra su moneda (el peso argentino se ha devaluado un 56% frente al dólar en el último año), y lo hacen porque quieren proteger sus ahorros y sus traumáticas experiencias les alertan de que es la mejor manera de hacerlo. Es un problema histórico de falta de confianza en sus instituciones gubernamentales.
Así, para resolver este problema el gobierno lo único que parece haber hecho es poner trabas a la compra de divisas y ocultar la inflación real del país (que ya roza el 30%). Es un caso patológico de autismo político-gubernamental, que se repite y se repite.
Los gobernantes argentinos se encuentran en un Estado de negación de la realidad. Y el primer paso para resolver un problema es aceptarlo. La devaluación del peso es consecuencia del agotamiento de la reservas en dólares de su banco central, de la inflación y de unas importaciones que cada vez se acercan más a las exportaciones. Y eso es lo que tienen que resolver.
Daron Acemoglu y James Robinson, en su libro POR QUÉ FRACASAN LOS PAISES, defienden que no es por el clima, la geografía o la cultura, sino por las instituciones de cada país. Estos profesores demuestran que para invertir y prosperar, la gente necesita saber que si trabajan duro, se puede ganar dinero y, sobre todo, conservarlo, y ahí es donde entran en juego unas instituciones sanas y en las que poder confiar. La promiscuidad entre economía y política es inevitable, pero Venezuela es un caso llevado al extremo, en el que, desde hace décadas, su clase política y sus instituciones están conduciendo al precipicio de la pobreza (e incluso de la guerra civil) a un país rico en recursos naturales (véanse sólo sus reservas de petróleo). Una gestión populista en la que la política monetaria y el gasto expansivo han conducido a un déficit galopante que está sumiendo a Venezuela en el caos, no sólo económico sino también social, consecuencia de un país profundamente dividido.

5.-¿Es real el crecimiento de los países de influencia dólar?  ¿Están excesivamente apalancados con USA? ¿Existe expansión monetaria? ¿Cuál es el riesgo para España?

El caso quizás más claro es el de México, por formar parte, junto con los Estados Unidos de América y Canadá, de la Asociación Norteamericana de Libre Comercio, conocida como NAFTA. Como área de libre comercio, en la misma se ha producido la desaparición de los derechos arancelarios para los productos de dichos tres países, pero manteniendo los aranceles propios respecto a los de fuera de la misma. En consecuencia, el vínculo con el dólar norteamericano se intensifica, en la medida en que el tipo de cambio condiciona extraordinariamente la competitividad de la economía mexicana.  De ahí que sea tan importante el proceso de reformas emprendido para reforzar las bases competitivas del país. Estos procesos de integración obligan, en definitiva, a una mayor disciplina macro y microeconómica.
Es cierto que en los últimos años la política monetaria expansiva de la Reserva Federal de los EE.UU. para combatir la crisis ha beneficiado los flujos de inversión estadounidenses en otros países latinoamericanos, política que ahora, con una economía en recuperación vuelve a unos cauces más restrictivos para evitar rebrotes inflacionistas. Con todo, no atisbo que los intereses estratégicos puedan verse comprometidos, por razón de influencia geo-política.
Todo esto es evidente que influye en España, como segundo país con mayores intereses en la zona tras los EE.UU. El desembarco de empresas españolas en Latinoamérica ha sido muy importante en muchos sectores (construcción, telecomunicaciones, energías, turismo, etc.), que han venido de la mano de los grandes bancos nacionales (Santander y BBVA principalmente). En el caso del Santander, por ejemplo, en torno a la mitad de sus beneficios se obtienen en esa parte del mundo. Y todas estas empresas tienen que hacer frente a una fuerte concurrencia con intereses estadounidenses.
Pese a las fragilidades de algunos países de dicha parte del mundo y a algunos episodios flagrantes de inseguridad jurídica de los que han sido objeto empresas españolas, con economías y empresas cada vez más diversificadas y globales esos riesgos, en principio, se amortiguan, aunque por otro lado las interrelaciones que propicia la globalización también nos hace a todos más interdependientes, dejando patente la realidad del denominado “efecto mariposa”. Repárese, por ejemplo, cómo la referida crisis de Argentina está penalizando a la Bolsa española y, por tanto, a todos aquellos ahorradores (muchísimos pequeños) que tienen sus ahorros invertidos en el mercado de valores.

6.-¿Existe inestabilidad en los países emergentes? ¿Ha existido sobredimensionamiento? ¿Estamos ante una nueva burbuja? ¿Qué se prevé a largo plazo?

Existen, en efecto, algunos factores de inestabilidad, en unos casos política (como en Brasil o en Turquía), en otros como consecuencia de grupos terroristas (Indonesia) o social (como en Rusia con las mafias y en Nigeria con la corrupción y la criminalidad), e incluso económica (con la ralentización de la economía China). Con todo, en China, por su magnitud, es donde se concentran a la vez las mayores expectativas y la mayor preocupación, por el impacto enorme que un colapso de su economía puede ocasionar a escala global, aparte de los desequilibrios territoriales y ambientales ya referidos, así como la gran interrogante acerca de cómo el sistema político va a evolucionar dentro de un capitalismo de Estado salvaje.
Si China se para, la economía mundial sufrirá, como algunos analistas ya empiezan a vaticinar, como puede verse en la figura siguiente.

Nota: GLI, Global Leading Indicator (Goldman Sachs).

Ver programa completo en: http://wikinomia.tv/wikinomia-los-paises-emergentes/

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1 comentario:

  1. PREGUNTAS RECIBIDAS Y SUS CORRESPONDIENTES RESPUESTAS

    ¿Cómo influye la subida de intereses y apreciación del dólar en la deuda de los países emergentes?
    En la medida en que esa deuda esté denominada en dólares, como suele ser habitual, ambos efectos que se citan en la pregunta resultan perjudiciales para esos países, al traer consigo un desequilibrio en las cuentas públicas como consecuencia del mayor coste o servicio de la deuda. Supone, en definitiva, un empobrecimiento de la población, en especial de las capas más desprotegidas, con más inflación y deterioro en la atención a las necesidades sociales básicas. El ejemplo de Argentina es paradigmático y recurrente.

    ¿Seguirán depreciándose las monedas de los países emergentes?
    Todo dependerá de la capacidad de gestión de los respectivos gobiernos en el manejo de las cuentas públicas, de sus políticas económica e industrial para atraer capitales y de la evolución de los mercados internacionales de materias primas. El pago del principal e intereses de la deuda requiere divisas (dólares), para lo cual el comportamiento de la balanza de pagos es fundamental, y estamos hablando de países que suelen ser muy dependientes de las exportaciones de sus recursos naturales (petróleo, minerales, productos alimentarios,…). Si esos precios en los mercados internacionales, que es una variable ajena a su control, se mantienen a niveles altos, como ha ocurrido en los últimos años gracias al enorme tirón de gigantes como China, India y algún otro, podrán “capear” el temporal descrito en la primera pregunta, de lo contrario, estarán abocados a una depreciación, que favorezca esas exportaciones. El gran riesgo es que China siga ralentizando su crecimiento, ante una Unión Europea casi parada y unos Estados Unidos que, pese a su dubitativa recuperación, aún tiene mucho trabajo interno por hacer en el saneamiento de sus finanzas públicas, con una deuda brutal (financiada en buena medida por China) a causa de los déficits acumulados.

    ¿Si siguen debilitándose como afectará a España?
    Como es bien conocido, España es uno de los países del mundo con mayores intereses (inversiones) en América Latina. Por lo tanto, los beneficios que pudieran obtener las empresas españolas, en moneda local, se ven penalizados al depreciarse ésta frente al dólar o el euro. De hecho, esta situación ya ha tenido un claro reflejo en la bolsa española y la cotización del Ibex 35. Esto ha sido consecuencia, por ejemplo y volviendo a Argentina, en la depreciación del peso, cifrada en un 56% frente al dólar en el último año. Asimismo, la inseguridad jurídica es otro factor a tener en cuenta.

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